- Hay que pagar 20 Pesos por entrar, tiene que comprar allá las entradas, bajo el reloj
La iglesia esta medio en penumbra, el suelo cubierto todo de hojas de pino sobre las que las mujeres se arrodillan y encienden cada vez mas velas. Ya es un número imposible de velas de muy distintos tamaños el que se sujeta no se sabe muy bien cómo directamente sobre el suelo de baldosas. También hay hombres arrodillados que cantan en su lengua algo mientras miran la fila interminable de santos, todos blancos, metidos en vitrinas adornadas de oro.
La nave es alta y el techo de madera negra, al fondo, en lo que seria en altar, se agolpan los curanderos y más santos. Hay flores por todas partes.
- Yo soy de pueblo, esto me lo conozco, es todo un teatro...
Nos vamos un poco alucinados porque entran más y más turistas con cara de bobos... demasiados ejemplares de Lonely Planet...
Comemos en un sitio un poco de mala muerte, pero con platillos buenisismos y cuando salimos, preguntamos a uno de los borrachillos que lleva demasiado tiempo alli sobre el Posh. Nos indica una casa que está cruzando la calle.
Después de preguntar un par de veces más, llegamos a una casita de material (bloque de concreto) de la que salen cantos y música. Preguntamos en la puerta por el Posh, señalan hacia dentro, pero nos da miedo entrar...
- Allá dentro lo tiene el señor, pero ahora esta cantando
Nos sentamos a hablar con la gente que esta en la puerta, que cada vez va aumentando más. Todos nos miran, nadie habla. Poco a poco se rompe el hielo y nos cuentan cómo se destila del maiz el Posh, un poquito mas alante, en qué consiste este rito del cambio de flor que se celebra cada 20 días, cada vez en una casa diferente. Esta vez la celebración es de verdad, en privado. Las mismas hojas de pino en el suelo, las imágenes de santos al fondo, los cánticos. No sé muy bien como acabamos tomando Posh y bailando como nos dicen las muejres en la sala que tiene un olor a incienso que casi marea...
Nos reimos mucho al irnos, siempre nos acaban pasando estas cosas... de nuevo suburban y vuelta a San Cristóbal, a la casa de Carlos en la q estamos por menos de 3 euros la noche. Volvemos a reir al acordarnos. De cómo el chilango nos dio su flyer en la estación y votamos por él en el desayuno porque nos hicieron gracia sus pintas de tatuador y porq Inés, la punky llorona, nos animó a todos... Carlos se hizo con la casa, cuando la gente que la gestionaba se marchó unas cuadras más abajo. Hacían sus propios productos y organizaban de vez en cuando actividades culturales, La media Luna. Es muy rollo Lavapiés (o Gràcia según los integrantes catalanes)
- 6 boletos para Palenque, esta noche a la 1,10 de la mañana, por favor
viernes, 18 de abril de 2008
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